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Es de bien nacido el ser agradecido

El otro día, en ese estúpido programa que tanto adora mi bendita madre,"De buena ley" un padre indignado con la actitud (léase vagancia, jeta, intrusismo) del novio de su hija en su casa, denunciaba ante toda España que prefería perder a su hija (entiéndase figuradamente) con tal de perder de vista al gilipollas de su yerno. Hubo tiempo para que ambos expusieran sus argumentos. El padre: es mi casa, les ofrecí la buhardilla y sólo les pedía dinero para colaborar en los gastos, no como arrendamiento. El trato era que ahorraran en el menor tiempo posible lo suficiente para pagar la entrada de un piso. No sólo no se ha cumplido ese trato, sino que no colabora en la casa, me "roba" mi cerveza, mi televisión y trae a sus amigos a casa sin pedir ningún permiso. Esos amigos, incluso, se permiten el lujo de soltarle perlas a mi hija pequeña tales como "vaya culito tienes"...

Y sigue... Yo no tenía dudas de que la razón sería para el padre, tanto que ni siquiera escuché las estupideces del yerno. En ese momento salió la juez y soltó la querida frase del título de esta entrada:

"Es de bien nacido el ser agradecido". Pim, pam, toma lacasitos. Y vaya que se los debió comer el chaval, porque le estableció 15 días para pirarse de casa del padre de su novia y que lo dejara todo tal y como estaba. Vamos un "Venga, que te la has comido" en toda regla.

¿A qué viene esto? Muy sencillo. La frase me marcó y como no, en muy breve periodo de tiempo (bien por cosa del destino, bien por sugestión) apareció ante mi un caso similar donde yo era el protagonista, donde pasaba a interpretar el papel del padre de la historia anterior, el papel de alguien que da sin pedir nada a cambio, que da la mano y a quien le cogen el brazo, la cartera y hasta los donuts si se tercia.

¿Cuál fue mi reacción? ¿Acudir a telehinco? Nor, gracias.

Cortar. Cortar por lo sano, amputar esa parte podrida de mi cuerpo que no me sirve y me está matando.

La metáfora asquerosa, sí, pero acertadísima.

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Se le acaba el crédito

Actualizando desde el móvil por falta de Internet.

Vuelta a lo mismo, al ostracismo, a la angustia existencial, a las mentiras piadosas. No cambia la cosa por muchas vueltas que se le de. Por mucho que me empeñe en solucionarlo, siempre hay algo o alguien que lo jode. Vuelta al pasado en vista de la pésima pinta del presente. ¿Qué me encuentro? Viejos errores, viejas amistades rotas,pero más o menos bien conservadas que me invitan a dejar de recordar y retomar desde el punto donde nuestros caminos se separaron. Dicen que segundas partes no son buenas... por eso me pregunto: ¿Es conveniente arriesgar? Hablamos de una amistad... ¿qué se puede perder?