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Agotado

Son muchos días sin dormir bien, con el horario en Cuenca y mis ojos han dicho basta. Me duelen. No como cuando eres pequeño y lloras desconsoladamente pidiéndole un hermanito a tus padres, pero algo así, por el estilo.

Hace frío, cae aguanieve y con las pelotas bajo cero mi mente se pone en huelga, solidarizándose con ellas. Por eso no funciona el resto de mi cuerpo y, por extensión, no hay material para el Abrevadero. He ido introduciendo cambios: plantilla, categorías, gadgets, gaticos, ... No me acaba de agradar, pero es hasta donde da mi cabeza en rollos de informática. Siento las molestias, pronto acabará la mudanza.

Mientras todo se reordena en el Abrevadero; en mi vida, como ya expliqué, se desmadra. Horarios de stripper, vida social muerta, estudios y familia que se ponen de acuerdo para chinchar, etc. Un auténtico asco. Y no cobro por ello, por lo que no tengo porque volverme loco y sentirme presionado a hacer nada. Las pocas personas que forman parte de las horas libres que me quedan saben que tienen un valor. Las que se alejan, sin dar señales de vida, ponen un granito más de arena en la montaña que nos empieza a separar. No es reproche, no es amenaza, ni siquiera es un aviso: es algo tangible. Si quieres algo, moléstate en cuidarlo. Así funciono yo y varios productos de Mattel. Nunca he valorado más a una persona que a otra, todas son iguales. De acuerdo estamos en que debe existir una jerarquía, claro, yo la tengo, pero no le resto valor a las que estén abajo. Se restan valor ellas solas. Demuéstrame que te importo y subirás. Olvídate de mí, desaparece una temporada y yo desaparece de tu entorno. Sencillo.

Voy a seguir leyendo "El psicoanalísta" de John Katzenbach y a esperar que Morfeo me acune en sus brazos que no lo ha hecho en los últimos meses.

Un beso en vuestras partes nobles. 

Fdo. Excelentísimo Señor Johannes Gingles y Olé.

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Una noche loca...

Me desperté con un terrible dolor en la lomera. Me eché la mano a la espalda, dándome unas friegas a la vieja usanza, para mitigar el agarrotamiento de los músculos. En la habitación todo estaba oscuro, no alcanzaba a distinguir más allá de mi naricilla de gnomo. No hacía falta el sentido de la vista para comprobar que no estaba en mi dormitorio y mucho menos para darme cuenta que no estaba en una cama. Era un cuarto oscuro, con persianas, una cama, una tele y un crucifijo. Un momento... ¿UN CRUCIFIJO? ¿Qué demonios...? Por mi cabeza pasaban todo tipo de ideas macabras: ¿me habré alistado en algún monasterio de clausura? ¿Me habré petado a una incondicional de Cristo de esas raras que vienen a ver al papa y cantan aquello de "Alabaré, alabaré..."? ¿Me habré petado, otra vez, a una anciana? Un momento... ¿Otra vez? ¿Cuándo me peté a una anciana? ...

¡¡¡JODER, JODER, JODER!!!

Mis cojones dejaron su natural estado de "colganderez" y se me subieron a la altura de la laringe. Empecé a sudar la gota gorda y a menearme nervioso en esa especie de sillón de dentista donde me encontraba atrapado. Cables por aquí, kleenex por allá, ... 

"Por lo menos fue una buena juerga..."- Pensé.

Antes de intentar ponerme en pie, rebusqué en mis pantalones. Sí, seguían allí. Mis gayumbos, quiero decir. No podía dejar la escena del crimen impregnada de pruebas que pudieran conducir hasta mí. Revisé todo a mí alrededor por si encontraba algo que me pudiera aclarar dónde leches me encontraba. Una especie de mochila a mi lado, un periódico en el alféizar, una silla al fondo de la habitación, un bulto en la cama, ... 

¡¡¡ JODER, JODER, JODER!!! Ahí estaba la solución al enigma. Me levanté cuidadosamente del butacón, procurando no despertar a la persona y/o cosa que allí se hallaba, hecha un gurruño con las sábanas. Los pequeños crujidos de mi calzado hicieron que aquel ser emitiera una especie de gemidos. Podría jugarme mil dólares (que no tengo) a que eran de hombre. Los sudores fríos de las películas de miedo eran ríos de magma en comparación con lo que me resbalaba a mí por la frente. Mi temor se acrecentó cuando de esa masa de carne y tela surgió un gruñido cavernícola. Empecé a emparanoiarme, a montarme una película marica y, asustado por las posibles consecuencias, aceleré el paso buscando a tientas una puerta, una salida de aquel infierno homosexual y desagradable. Mis ojos, como en otras muchas ocasiones, no me servían de mucha ayuda. Empezaba a ponerme más y más nervioso al no encontrar la forma de escapar de aquel habitáculo. A cada paso que daba, le correspondía un ronquido más poderoso y masculino. Cansado de la técnica del ensayo-error opté por pegarme a la pared y seguirla a gatas. Para ello tenía que rodear la cama de esa bestia inmunda. Reuní todo el valor que quedaba en mí maltrecho cuerpecillo de stripper-midget y acepté el reto. El suelo estaba frío y, a cada paso, levantaba pelusillas de polvo que iban directamente a la nariz y ojos. Con prácticamente todos los orificios de mi cuerpo  obstruidos en aquel momento (TODOS, TODOS) la misión se complicaba. La evasión de aquella cárcel oscura como tus ojos azabache se volvía a momentos un imposible. Cada centímetro que recorría provocaba en el "ente maligno" un aumento en los decibelios de sus amenazantes rebuznos. Acosado por el temor a que se despertara, procuré tragar la respiración durante el mayor tiempo posible. Al tiempo que palpaba la rugosa pared, intentaba eliminar de mi mente pensamientos gayerd, prácticas de sodomía y actos impuros bucogenitales. ¡PERO NO LO CONSEGUÍA! Mi anillo de pelo había sido destruido en los fuegos de Orodruin por ese orco que se escondía bajo una manta. Mi hojaldre había sido devorado por el más goloso de los presentadores de Telecirco. Mi ojal había sido enebrado por el hilo de algún desviado del glorioso camino de nuestro señor. Mi Ohio había sido conquistado por la lanza del jefe Indio Pétotel Ano. En mi ojo de las mil arrugas se había metido un mosquito del tamaño del Apolo XIII, en ... bueno, pilláis la metáfora...

Al caso. Me encontraba en esos pensamientos excesivamente bujarras, cuando las yemas de mis dedos hurgaron una superficie lisa. ¡LA PUERTA! ¡Salvado! Ahora sólo tenía que abrirla con mucho cuidado y escapar sin mirar atrás. Así lo hice. Procuré ser sigiloso girando la manilla, pero la bestia inmunda que me había penetrado el cacas se revolvía más y más. Sus ronquidos se tornaron en jadeos obscenos. ¿Me habría descubierto? Se hizo el silencio. Recordé aquello de "la calma antes de la tormenta" y, haciendo honor al dicho... Cayeron truenos. Pero truenos en forma de flatulencia descomunal que coincidió con el instante en el que me tocaba respirar. Con los pulmones intoxicados terminé de girar la manilla, abrí la puerta y huí de aquel horrible lugar. Corrí sin mirar atrás, como alma que lleva el diablo. No sentía las piernas, pero daba igual, había perdido mi virgo anal que era lo que realmente importaba y que nadie debería descubrir...

No recuerdo como llegué a casa ni qué hora era. Lo único que recuerdo, y vaya si lo recuerdo, es a mi madre entrar como una loca en mi habitación preguntándome, a grito pelado, porque había dejado de madrugada en el hospital sola a mi abuela.



...



(Basado en hechos realmente ficticios)

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De risas: MIL




Todo el vídeo vale millones, pero destaco el minuto 4'29''...

- ¿Nombre?
- Ehm... sí, señor. Soy... ehm... el genial pianista de la película Shine.
- Ajá... y ¿se llama?
- Shine... ¿McShine?

Hace unos días vi la película ("Shine")  y no está mal. Un poco rallada y tal, pero tiene sus puntazos... Ver unos cojoncillos subiendo por la escalera cuando no viene a nada, no tiene precio. Llámame simple. No es la primera vez que me acusan de tener la risa floja, de reírme por tonterías, por chorradas, como si mi humor fuera la vagina de una vieja y gorda meretriz donde cabe y entra cualquier cosa, sin sutileza, ausente de ternura, de amor, de... lubricante. No soy ningún desecho humano, sin juicio crítico, con la escala de valores olvidada en el sótano acumulando polvo y óxido. Soy una persona con un gusto finísimo en cuanto a humor se refiere, como buen gallego.

Adoro a los Monty Python, a Los Simpson, a Muchachada Nui/Hora Chanante, a los grandes monologuistas de Paramount, a los guinistas de "The Office", de "Cómo conocí a vuestra madre", ... ¿Tengo, realmente, un gusto facilón? ¿Y si digo que Buenafuente me da cosica? ¿Y si añado que los imitadores de chichinabo (léase: Dani Martínez, Flo, Latre, ...) me parecen la última mierda que cagó Pilatos?

Ahí-sos-lo-dejo de sos-layo...

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El kraken

Tuve, como muchos otros, un entrenador bastante peculiar. Su forma de ser y expresarse distaba mucho de la elegancia y del saber estar. Unos le tachaban de sincero, otros de bruto. Odiado y amado a partes iguales se ganaba la vida repartiendo sabios consejos futbolísticos, salpicados de no menos interesantes anécdotas que amenizaban la hora y media de entrenamiento. Si me pidierais destacar alguna posiblemente me cerrasen el blog por contenido inapropiado y vejatorio para la mujer, así que prefiero no reproducir nada que no sea políticamente correcto. Al hilo de esto viene el tema del que quiero despacharme hoy:

"Tómala tú, que yo no la quiero". 

Frase que muchos hemos usado delante de un plato con contenido biodesagradable o escuchada en algún casting porno entre dos actrices poco profesionales. Él (mi entrenador, en paz descanse) solía emplearla para referirse a situaciones donde había que desprenderse rápido del balón, en dos toques como mucho. En este caso, no tiene nada que ver con las acepciones anteriores. Se aproxima a la segunda, con pequeñas pinceladas de los otros dos y se usa en momentos clave del acercamiento, seducción y penetración a una chica. Sí, suena muy fuerte, muy grosero, poco cortés y todo lo que queráis, pero éso es así y no hay cómo cambiarlo.

Estoy hablando de esos momentos donde, sin comerlo ni beberlo, te ves en una repartición de "hembras", como si de ganado se tratase. Siempre ha pasado, incluso en dirección opuesta. Todos nos hemos visto dentro, sin capacidad de reacción, sin poder salir de ese bucle que te arrastra a tener que cubrirle las espaldas a un colega...

No hace mucho me ocurrió un "tómala tú, que yo no la quiero". Una de esas anécdotas que empiezan a las once de la noche en tu casa, donde disfrutas de algún programa de la MTV, comiendo pipas y rascándote las bolas con suavidad. Una llamada, una oferta cojonuda y tu culo desplazándose hacia el centro de la ciudad. Allí te encuentras con la cruda realidad: la oferta no era tan buena como la pintaban. Te habían prometido veinte personas y sólo hay dos (tu colega y su amigo). Te habían prometido chicas y sólo hay mingas. Te habían prometido risas y recuerdas entierros con más cachondeo. Haciendo de tripas corazón tiras p´alante con lo que hay, intentando pasarlo bien. Después de unos cuantos cacharros y de unos bailes, llega el fatídico momento: repartición de panes y de peces.

- Tres tías: una morena, una rubia y una pelirroja. Yo me descarto por motivos obvios y tras escuchar comentarios groseros, obscenos, faltos de tacto y machistas (y jachondos, ¿por qué no decirlo?) al final me toca "comerme un risketto". Te lo digo tó y no te digo ná. Mis dos acompañantes van a lo suyo y yo mientras aguantando al butrul. Una vez que le encuentro el puntillo a Chester Cheeto y logro entablar una conversación   me entran ganas de orinar. Al volver veo al "amigo de mi amigo" metiéndole ficha a mi Simply Red.





Como la tía me importa un cagao, dejo que vaya a lo suyo. En ese momento llega mi colega y me pregunta "qué hago ahí solo". Le comento como fue la jugada y es entonces es cuando descubro la aterradora verdad: no es la primera vez que levanta una conquista.

- A mí ya me la lió una vez. Le dije: me mola Fulanita. Él dijo: Bah, toda tuya. Al despistarme estaba metiéndole fichas a dolor e intentando entrarle. Qué mal me cae.
Oír esas palabras mientras veía al "colega" trabajarse a la red-hair, hicieron que me sintiera como el GATO OMG:




No podía entender cómo puede alguien ser tan ratilla de ir a levantarte ligues (en mi caso fue más un favor que otra cosa, todo hay que decirlo) y seguir de fiesta contigo como si nada. Es más, si a mí colega le hizo eso, ¿por qué le invita a salir con nosotros? Y por eso se lo pregunté:

- Oye, una cosa... que no te parezca mal... pero si no te cae bien, ¿por qué lo traes?
- No lo sé, por pena... es que no tiene amigos.

¡NORMAL! Enrollándose con ex-novias de amigos, ligándose a las que le molan a tu colega y entrándole a una "tómala tú, que yo no la quiero"... Eso no es de gente de bien, eso es de gente podrida por dentro, eso es de cabrones redomados. Sobre decir que le perdimos de vista a propósito, que nos encontró y que volvimos a darle por las calicatas del guardabarros. Pues sí, estoy yo como para aguantar a un kraken caprichoso que se rige por la ley del "culo veo, culo quiero". ¡Mis huevos en almíbar a la intemperie! Aquí, el "without-friends" de los cojones, yéndose de enrollado, de graciosillo, tirando de colegueo máximo, para después levantarte a la pelo-whiskey caducao... no, amigo, no. Eso no es así.

MORALEJA: Andaos con ojo, hay mucho Kraken sin amigos suelto por el mundo, ansioso por devorar al Jack Sparrow que te estés trabajando y joderte toda la noche (sí, ayer vi Piratas del Caribe...).

En fin, siento el tostón... Duerman bien, yo lo intentaré.

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¿Duermes mal o qué?

Pues todo sigue igual a la otra orilla del río. Aquí llueve, hace frío y sopla el viento con mucha violencia. Podría decirse que es una mierda de día, pero no. ¿No? ¿Por qué? Porque llevamos así mucho tiempo. No es una ocasión puntual, estamos hablando de casi un año aguantando chaparrones sobre la cabeza, con las orejillas quemadas por la ventisca y los cojoncetes congelados.

Sé que la culpa es mía, que tapándome mejor lo evitaría. Es que odio a muerte los paraguas y las catiuscas. También sé que podría irme a otro lado y dejar de chupar este clima de mierda. Sabiendo esto, no entiendo porque me mantengo en mis trece, en lucha constante contra los elementos... Llamadme utópico, pero creo en el cambio climático positivo, ese que convierta las nubes y las gotas en sol, calorcito y playa. Confío en que el gris desaparezca del cielo, se torne en azul y que con él vengan los escotes, las minifaldas, el sexo esporádico en algún portal. Y tú ¿cómo lo llevas?




- Me alegro... pero éso no es lo que te he preguntado...



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Dejar volar la imaginación...

Anoche, entre platos de la cena, botellas y jarras de agua, apuntes desordenados...

Anoche, junto a un ordenador apagado y un bote de valerianas recién abierto que olía como el ano de un elefante con gastroenteritis (no vale marcar ya la casilla "hez", ¡cabrones!)...

Anoche, cuando esperaba la visita del ansiado sueño... 

Anoche, ... 

VOLVÍ A HACERLO.

- ¿A hacer qué? - Se preguntaba el lector/a, inquietado/a por las mayúsculas.

 Volví a la olvidada escritura automática. 

- ¿Qué puñetas es eso? 

Te lo explico, tranquilo/a, no te sulfures.

"La escritura automática es el proceso o resultado de la escritura que no proviene de los pensamientos conscientes de quien escribe. Es una forma de hacer que aflore el subconsciente. Consiste en situar el lápiz sobre el papel y empezar a escribir, dejando fluir los pensamientos sin ninguna coerción moral, social ni de ningún tipo. En ocasiones se realiza en estado de trance, aunque no es necesario que sea así.
Su propósito es vencer la censura que se ejerce sobre el inconsciente, merced a unos actos creativos no programados y sin sentido inmediato para la consciencia, que escapan a la voluntad del autor. Entonces compone directamente el inconsciente, liberado de la censura.
Desde el punto de vista literario, se trata de un método defendido y usado principalmente por André Breton y los surrealistas, en la primera mitad del siglo XX, considerando que de esa forma el yo del poeta se manifiesta libre de cualquier represión y dejando crecer el poder creador del hombre fuera de cualquier influjo castrante".

Con ganas de dormir, pero sin sueño; con ganas de matar, aunque sin posibles víctimas cerca; con ganas de desahogarme, mas sin kleenex cerca... No me quedó más remedio que tirar de papel y boli. Saque a pasear al inconsciente, sin bozal, sin correa y sin bolsita para recoger las heces. Así, a lo loco. Sabía como empezaba la historia, no como acababa. Podía estar ante una obra de arte o ante una regurgitación digna de un buitre indigestado. Era un ataque de ira contra el tipo que se esconde en mi espejo, contra mi sombra, contra mí mismo y sin testigos. ¡Toma ya! 

... Y ¿qué deciros? Salió una mezcla extraña, como el "Príncipe Sapo" del Bart Simpson mago. Una cosa que pedía a gritos ser arrojado al retrete. Era como haber parido un feto malayo con pelos en las orejas, ojos de rana y cuatro culos... o peor aún: un Matt Damon calvo. Esa sensación de ser padre, pero de padre de un tertuliano del Sálvame. Algo raro... 

Algún día, cuando no me de vergüencica, lo pego aquí y podréis dar vuestra humilde e hiriente opinión.

Para acabar os pego una canción que, salvando considerablemente las distancias, refleja mi situación. (Cambiad lavabo por "habita" y gramos por apuntes):




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Gente que me da cosica...


Hoy...

MATT DAMON


¡Formateo ordenadores con la polla!


Dos días seguidos comiéndome películas suyas. Ayer por obligación (NOTA: "obligación" puede confundirse en mi caso con "vagancia") me tuve que comer con patatas hora y pico de angustiosa tragicomedia protagonizada por el saquete de sebo con bigote gayerd y camisa de informático hawaiano que veis a la izquierda. El título de esa bosta defecada en celuloide es "¡EL SOPLÓN!". Está basada en hechos reales y en un libro de no ficción y "bla, bla, bla" (lenguaje cinematográfico que me queda muy grande). No voy a entrar en resúmenes por no estropearos 108 minutos de ¿entretenimiento?, pero lo que sí diré es que al finalizar me quedé con el culo torcido y con mala hostia. Mala hostia de verdad, ¿eh? Mal humor, mala uva, mala sangre, mal cuerpo, maligno pensamiento, maligno corazón. No sé bien cómo, siempre le acaba tocando un papel sórdido a este tipo. Y no sé bien cómo, lo interpreta a la perfección. Me transmite un asco y un... una... un... "no-sé-qué", una "cosica" así por entre las entrañas, como lamerle el sobaquillo a Christina Aguilera... 

No, tranquilo socorrista, ya llevo flotador de serie.




¡Gñé!



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La iglesia, dios y sus primos me comen los huevaldres

Nazinger, alias Peneadicto 16, alias "Paaaapa p´atrás", alias "tocaniños", alias... UN LARGO ETC. Largo como los años y años de abusos, de mentiras, de secretos, de maltratos, de robos, de TODO.

Esa sucia anciana con micropene que gusta de travestirse con faldones de tonos pastel y adornarse el cuello no uterino con fulares multicolor pasó por la capital de Galicia a meterse unos cuantos milloncejos en la saca a costa de talibanes con alzacuellos, niños de papá, bat-monjas y señoras que...en realidad son políticos y creen que traer a un ser infrahumano representante de una de las mayores sectas a cambio de fondos públicos es divertido.









¡Cerdos! No perderé un segundo más hablando de este violador y de su club de fans.

Deleitaros con unas cuantas fotos de legionarios del Jesucristo Follador.