21 días engañando.
Esta entrada va en particular por el atraco a mano armada (y nunca mejor dicho) que me hicieron anoche. Todos conocemos ese sucio programa donde se dedica durante 21 días a un estilo de vida.
La hijadefruta prometía que iba a hacer porno y sólo se vieron glandes flácidos y tetas de actriz porno (= pellejos plastificados). Yo (y todos) quería ver como se la petaba un manubrio XXL o como le lamía la puntita del flautín a un paisano. ¿Era tanto pedir? La queja se extiende a lo general de la publicidad engañosa. Para empezar: no es legal. Evidentemente sé que nunca dijo que lamería nada, pero tampoco lo negó para mantener a la peña al pie del cañón (nunca mejor dicho II). Y eso me parece una actitud sucia y despreciable. Me recuerda en exceso a esos programas telecinqueros llenos de niñatas operadas y de chuliboys sin dedos de frente en los que te prometen "acción, discusiones durísimas y patadas en cojones" que nunca son tal o si lo son es porque está todo planeado.
Programas de mierda en los que la publicidad pone los límites. ¿Quieres ver una discusión de las buenas? Vete a la puerta de una discoteca a las 6 de la mañana. Allí no hay guión ninguno. Tienes los mismos personajes de pacotilla: zorrupias y malotes que aún no acabaron la ESO. Y sin publicidad, oiga. Y sin maricones con lengua viperina que despiezan al personal sin compasión escudados en un rol que poco a poco se está haciendo peligrosamente un hueco en la televisión. No tengo problemas con los gays, tengo problemas con los que se piensan que parten el bacalao y ser mejores sólo por salir en un programa lleno de putitas y de chuloplayas.
Nunca veo Telahínco. Me repugna. Me da arcadas. Me llena de odio ver a gente que por unos minutos de ¿gloria? dice que se la chupó a "nosequién" o que se tiró a "nosecuantas". Podría decir que odio casi tanto a esos como a los que lo ven, pero son la mayoría de mis allegados. Sin ir más lejos mi vieja se deja los ojos en uno donde un calvo inflao de esteroides le dice a dos tetas de silicona y un par de patorras si le cunde o no. Sin hablar del programa más triste todavía: gh. Meter a un grupo de apestosos monos en una jaula sin comida sería más agradable que aguantar un segundo a la Mierdeces Milá. Aprende a envejecer, pellejo con patas. No te vayas de enrollada y de joven de espíritu cuando lo que tienes entre las tetas es el ombligo.
Puaj! En serio... no lo aguanto. Es que además son calcos unos programas de otros: tiene que haber un marica, un transexual, un chuloputas, una zorrita (o doce), un hippie, una vieja, un freak, un minusválido o todo eso en la misma persona.
Parafraseando a Jesucristo en el Killzone: Dame el arma de Rico y acabaré con esos jodidos Helghast.
En fin... mi odio no tiene límites... así que no me tiréis de la lengua.
Un beso o dos. Según se tercie.
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