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Como bien sabemos todos, la vida es todo aquello que transcurre entre paja y paja. No he descubierto nada nuevo, lo sé. No es la primera vez que hablo de la vida, que me pongo metafísico o que tiro de metáforas sexuales de mal gusto para darle peso a mis argumentos. En esta ocasión no iba a ser distinto y ¿sabéis por qué? Porque todas esas pequeñas palabras malsonantes en oídos remilgados, esos chascarrillos divertidos para mentes abiertas y sin tabúes me ayudan a ser yo mismo cada día. Habrá a quien le moleste y habrá a quien no. Bienaventurados esos últimos, pues ellos heredarán... sólo ellos heredarán...

Grandísimo peliculón: la he debido ver... por lo menos un gritón de veces.

En cambio, todos sabemos que por mucho que comas algo rico, muy, muy rico; al final acabará convirtiéndose en algo horrible y maloliente. Pues quedaos con el símil y ved esto:

Nada que ver con...

Homenaje a yo, me, mi, conmigo. A veces, uno necesita descargar la mala leche que guarda gracias a los hijos malparidos de nuestro señor (es una expresión, no es que me vaya el rollo de meterme crucifijos por el bujerito de la risa). Riámonos todos, seamos felices, sonriamos al prójimo, hagamos más habitable el mundo con alegría, albricias y pan de Madagascar. ¡ÉSE ES MI MENSAJE! ¡Predicad con el ejemplo y difundid la palabra, hijos míos!

Siento tantas referencias a ese gran libro de chistes llamado Biblia, tengo el día raro...